de japolandia a mexicalpan

Incluso reflexionar sobre los contrastes es redundante.



Yo prefiero, en vez de soltar una bomba como los mexicanos son cálidos y los japoneses fríos, contarte que al final del día de trabajo, antes de dirigirme a los andenes, mi jefe de cocina, japonés, me estrechó la mano varios segundos para despedirse, y que ese gesto hubiera correspondido a los abrazos largos de los viejos amigos, mexicanos, al recibirme.

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